El Real Zaragoza es uno de esos clubes que en los últimos años ha conseguido llevar a jugadores de su cantera hasta el primer equipo. Dejando las razones de lado, aunque seguramente sean forzosas y no voluntarias por el estadio financiero y económico del club, ha sido uno de los conjuntos profesionales españoles que mejor ha tratado la formación de sus chavales en los últimos diez años. O por lo menos, uno de los que más ha mejorado en esa faceta con respecto al pasado.
De Aragón siempre han salido buenos jugadores. Pero con cuentagotas. Ánder Herrera, Alberto Zapater… y muchos otros que han llegado a la élite del fútbol mundial habiendo sido formados en las categorías base de la comunidad autónoma aragonesa. Y es que la formación de tu futuro tiene que ser el presente de cualquier club que, en unos tiempos en los que la economía está tan sugestionada, los chavales son la vía de futuro profesional y financiera.
Dar el paso hacia adelante
Pero una de las mejores canteras de España no se puede permitir formar a jugadores en vacío. Sobre todo, hacerlo con jugadores que a priori no tienen techo por la edad. Y lo que es más importante: un equipo que aspira año tras año a ser el mejor equipo juvenil no puede tener un filial mediocre en un grupo de Tercera División que no es el más competitivo. Esto es inaceptable y desde la dirección de cantera se deben mirar el ombligo.


No seré yo quien critique a Lozano por cómo gestiona la formación de los chavales que un día van a llegar a ser profesionales. Pero ante la necesidad urgente de futbolistas por parte de un primer equipo inestable, no puedes tener un filial que no tenga garantía y solvencia en Tercera División. Ni continuar con un entrenador que en la anterior temporada sacó sus peores resultados de la historia. Pero hay que confiar en los que están al frente. Saben lo que hacen.