La temporada 1968-69 deparó un hecho insólito en el fútbol valenciano: el Levante UD y su filial, el Atlético Levante, coincidieron en el Grupo V de Tercera División. Desde 1962 el Atlético Levante era el filial oficial granota, fruto de la fusión de los históricos Portuarios y Malvarrosa. Disputaba sus partidos en el campo de la Malvarrosa y servía de puente para los juveniles azulgranas. Que un club matriz y su filial coincidieran en la misma categoría resultaría hoy imposible por reglamento, pero entonces la normativa lo permitía y el destino quiso que ambos se cruzaran en liga.
El día del partido fratricida
El encuentro se disputó en junio de 1969 en el campo de la Malvarrosa, feudo habitual del Atlético Levante. La crónica publicada en prensa local lo dejó claro: “El Levante no encontró dificultades en la Malvarrosa: 1-4” . El primer equipo granota se impuso con claridad, exhibiendo mayor jerarquía y experiencia. Para evitar confusiones cromáticas, el Levante UD jugó con su equipación visitante de franjas blanquiazules y pantalón negro, mientras el filial vestía los habituales colores azulgrana. La grada, poblada de aficionados granotas, vivió un ambiente singular: cada gol era celebrado, sabiendo que, de un modo u otro, siempre lo marcaba un Levante.

Una anomalía reglamentaria
La presencia simultánea de club y filial en la misma categoría contravenía la lógica federativa. El Atlético Levante tenía entonces un estatus más cercano a “club afiliado” que a filial plenamente integrado, lo que permitió que aquella situación se produjera de manera excepcional. Tras esa temporada, la RFEF puso coto a estos casos y el filial no volvió a coincidir con el primer equipo en la misma división. De hecho, el Atlético Levante descendió a categorías regionales, donde permanecería durante décadas hasta su resurgir a finales de los años 90.
Un recuerdo único
Hoy, aquel partido de 1969 se recuerda como un auténtico “derbi fratricida”: dos equipos de la misma familia midiéndose en competición oficial. El marcador de 4-1 refleja la superioridad del primer equipo, pero también simboliza una época de transiciones en el fútbol español y en la propia estructura granota. Para los hinchas veteranos que lo vivieron, sigue siendo una anécdota irrepetible y entrañable: la única vez que el Levante tuvo que ganarse tres puntos derrotando a… otro Levante.