Las Rozas CF se enfrenta en unos minutos al FC Villarrubia en la Jornada 3 de la fase por la permanencia en Segunda RFEF. Los de Manolo Cano llegan a esta cita después de no haber ganado ninguno de los dos partidos anteriores que se disputaron también en este mes de abril. Más allá de la mala dinámica que atraviesa el equipo, ahora es la sombra de Iván Helguera la que recorre los pasillos del club. El que fuera entrenador del equipo fue entrevistado en el Diario AS por el periodista Enrique Ortego, y dejó algunas declaraciones muy polémicas de su estancia en la Dehesa de Navalcarbón.
«No era ni lo que pensaba, ni lo que me habían vendido»
El exmadridista contaba que «el cuerpo se me ha quedado mal. No podía hacer más de lo que hice. El club no me ayudó en nada. No me hacían caso. Nadie espera que su primera oportunidad como entrenador salga de esta manera. Tenía muchísimas ganas, muchísima ilusión. Al ser contratado durante el confinamiento tuve más tiempo para prepararme para lo que viniera. Sufrí bastante, lo tengo que reconocer. No era ni lo que pensaba, ni lo que me habían vendido.»
Iván admitía que por su forma de ser, los meses que pasó al frente de Las Rozas CF fueron muy duros: «Soy una persona bastante sentimental. No solo es trabajar sobre el campo. Soy de los que se lleva muchas cosas a casa. Cosas de los jugadores, del cuerpo técnico, del presidente… Me fui dando cuenta que ser entrenador no es tan fácil como se ve desde fuera. Y si además no te ayudan los resultados, pues el resumen es que mi primera experiencia ha sido bastante mala.»

El técnico comentaba que le pareció injusto que el club tomase esa decisión después del buen papel que habían hecho en Copa RFEF, donde sí demostraron ser un gran equipo: «Ha sido un golpe duro. Me sorprendió porque el anterior entrenador empezó igual, sin embargo, le aguantaron y acabó la temporada. Al equipo le faltaba mucho gol. Nos costaba. En la Copa Federación ganamos los tres partidos con muy bien juego. Pero llegó la Liga y no fue lo que me esperaba. Perdimos tres partidos en los que se podía pensar que se podían ganar. No creo que jugáramos tan mal como para echarme de esa forma. Por lo menos intentábamos salir con el balón jugado, ser protagonistas del juego. Uno de los pocos equipos que lo hacíamos en la categoría. Me echó el director deportivo. El presidente nunca me dijo nada.»
«Pensé en marcharme incluso antes de comenzar la Liga»
Helguera también contaba que tuvo que pagar algunas cosas de su bolsillo después de que el club no se las facilitase, y que aquello le llevó a pensar en abandonar el equipo: «Pedí unos chalecos para la preparación física y nunca los tuve. Tuve que comprar y pagar una máquina de hielo, una bomba automática para hinchar los balones… Eso no me lo esperaba en un club de Segunda B. Me esperaba más profesionalidad. Pensé en marcharme incluso antes de comenzar la Liga. Veía que nada de lo que me habían prometido se había cumplido. Pero había hablado con varios jugadores y algunos habían venido porque yo era el entrenador de Las Rozas. Era el caso de cuatro futbolistas franceses, tres de la cantera del Real Madrid. No me parecía lícito dejarles tirados…»
Iván admitía que esta había sido una de las peores experiencias a lo largo de toda su carrera, y que se tomaría un tiempo para volver a aceptar un proyecto similar: «Es que no lo puedo olvidar, no se me pasa. Y eso que tengo experiencias parecidas como jugador. No esperaba sufrir tanto. Al principio lo pasé bastante mal, pero poco a poco intento pensar que todo no va a ser así. Tan malo no puede ser. El fútbol sigue siendo mi vida. Soy de esos que puede decir bien alto que siempre le ha gustado el fútbol. Es verdad que no estoy todavía como para confiar en cualquier persona que venga y me ofrezca un proyecto, pero me tengo que sobreponer e ir viendo cosas ya para la temporada próxima. He hablado con varios representantes, ha habido algún club. No tengo prisa. He aprendido que tengo que hacer bien las cosas y no dejarme llevar más por el impulso de querer entrenar a toda costa. Por ejemplo, de los 23 jugadores que tenía, apenas seis o siete habían pasado mi visto bueno. El resto, no. Eran jugadores que me puso el club o el director deportivo. Fichaban lo que ellos querían sin tener en cuenta a su entrenador. A partir de ahora seré menos confiado.«