El Hermanos Albiol de Vilamarxant, lleno para ver a su equipo.

Descontentos, sean bienvenidos

Opinión

El Hermanos Albiol de Vilamarxant, lleno para ver a su equipo.

Opinión

De sobra deben saber el terremoto en el que se encuentra el fútbol en estos momentos. Uno de los momentos más importantes de la historia del deporte rey que ha puesto en pie de guerra a millones de personas, millares de clubes de distintas categorías y países, incluso gobiernos, para detener un movimiento egoísta y avaricioso que cortaría de raíz lo que nos llevó a engancharnos a este deporte: la ilusión.

Leo con cierta sorpresa que el nacimiento de la Superliga provoca que el fútbol deje de pertenecer a los aficionados. He de corregir muy a mi pesar. El fútbol dejó de ser de los aficionados en el momento en el que el dinero se convirtió en el eje principal, y no el espectáculo y el disfrute del espectador. La Superliga es un paso más, grande, pero solo uno más. Afortunadamente, quedan reductos donde el fútbol sigue siendo de los aficionados.

Denle una oportunidad al reducto de esencia de fútbol

Seguidores de los llamados “Clubes Fundadores” -un nombre de extrema petulancia que habría que evitar- se han sentido defraudados con el equipo de su vida al ver que, efectivamente, el aficionado entra en segundo plano cuando el negocio aparece en escena. Ni el “You’ll Never Walk Alone”, ni el “Orgullosos de no ser como vosotros”. El sentimiento de traición es justificable y la amenaza de cambiar de equipo, por inverosímil que sea, está presente.

A todos aquellos que confíen en un fútbol ligado a su territorio, de rivalidades vecinales, de conectividad entre competiciones, de meritocracia, les invito a que bajen al campo de su pueblo o de su barrio. Denle una oportunidad a un deporte donde priman otros factores más allá del dinero: la ilusión por ganar al pueblo de al lado, las reuniones en la grada con familiares y amigos, los bocadillos y refrescos en el descanso –cuando la pandemia lo permita-. O las rifas y los sorteos.

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Cuatro aficionados del CD Utiel ven el encuentro subidos en un muro.

Denle una oportunidad al reducto de esencia de fútbol. Sea en Segunda RFEF, Tercera RFEF o en categorías regionales. Ni televisiones, ni fútbol negocio, ni ingentes cantidades de dinero, ni “Clubes Fundadores”. 90 minutos sobre un césped de líneas desiguales, de fútbol de antaño, de ilusión por un ascenso. Hagamos de la Superliga una enorme ventaja para el aficionado.