Osasuna tiene un nuevo ídolo: Pablo Ibáñez. El equipo de Jagoba Arrasate se clasificó ayer para la final de la Copa del Rey en lo que supone la confirmación de un año histórico de Osasuna. Los navarros pelean por los puestos europeos en La Liga y en la competición del KO esperan a Barça o Madrid en la gran final que se disputará en La Cartuja.
Y lo más sorprendente de todo fue el goleador de anoche. En el minuto 100 las piernas de Aimar Oroz dijeron basta después de una disputa con un jugador del Athletic y Jagoba se vio obligado a tirar del banquillo. El elegido fue Pablo Ibáñez, que quince minutos después de ingresar al terreno de juego anotó un gol inverosímil de volea que valía una clasificación a la final de Copa del Rey.
Una vez finalizó el encuentro sus compañeros de equipo lo mantearon y lo reconocieron como el héroe de su equipo. Lógicamente, no fue quien más incidencia tuvo a lo largo de los 210 minutos que duró la eliminatoria, pero sí que fue el que recompensó todo el esfuerzo físico y psicológico que estaba haciendo el equipo navarro, especialmente en el Nuevo San Mamés.
Una vez finalizó el encuentro sus compañeros de equipo lo mantearon
Eso sí, si el héroe era desconocido es porque el año pasado no formaba parte ni del primer equipo. Pablo Ibáñez jugaba la temporada anterior en el Osasuna Promesas. Era uno de los fijos de Santi Castillejo y disputó 34 partidos, 32 de ellos de titular, donde anotó nueve tantos. Estas actuaciones le sirvieron para hacerse un hueco en el equipo de los mayores esta campaña.
Jamás ha destacado por ser un ‘killer’. En sus temporadas en el Multivera y San Juan nunca había sido una referencia ofensiva, pero a la vista está que una de las mayores virtudes del chaval es saber cuándo anotar los goles. Ayer admitió en la entrevista post partido que «con toda probabilidad había anotado el gol más importante de su carrera». Y eso que todavía falta la gran final.
