Iago Aspas protesta durante un encuentro de esta temporada. Foto: LaLiga Santander.

E logo?

Entrevista

Iago Aspas protesta durante un encuentro de esta temporada. Foto: LaLiga Santander.

Entrevista

A excepción de la ocasión en que pedí un Aquarius de naranja con hielo en un furancho, se puede decir que mi adaptación a Galicia no tuvo grandes sobresaltos durante los primeros meses. Quizás por eso me confié en exceso y creí entender el gallego a la perfección antes de tiempo. Es la trampa de los idiomas: creemos que todas las palabras tienen una traducción literal y nos olvidamos de los matices de las expresiones, que son la marca genuina de cada lenguaje. Vamos, que los idiomas se aprenden hablándolos y no con el traductor de Google.

Mi naufragio verbal se dio con la expresión “E logo?”. No siempre era una pregunta así de escueta, a veces se añadía algún elemento, como en “E logo, que fas?”, pero digamos que la base seguía siendo la misma. Allá donde fuera siempre había alguien que me interpelaba de esa manera. A mí me extrañó en un principio ver a todos tan sumamente interesados en saber lo que haría inmediatamente después porque, por supuesto, yo había deducido que ese logo se traducía sencillamente como luego. Así que cuando iba a realizar alguna entrevista o reportaje, me encontraba a algún conocido de mi mujer o saludaba a alguien en el gimnasio, y me hacían esa pregunta, yo pasaba a relatar mi agenda. Depende del día, les decía que iría a comprar fiambre porque la niña se había dado un empacho, que vería el partido del Madrid aunque seguro que sería un chasco o que me metería directamente en la cama por encontrarme verdaderamente agotado. Mi interlocutor se limitaba a mirarme con una mezcla de hostilidad y compasión, y rara vez respondía algo.

Como tantas otras veces, fue mi mujer la que me hizo consciente de mi equívoco. Y quedé prendado de esa pregunta que, siendo en apariencia tan simple, posee la ambición de conocerlo todo. Aunque no es sencillo hallar la traducción concreta, podríamos comparar ese “E logo?” con una especie de “¿Y entonces?”. Es una pregunta que tiene la intención de profundizar: ¿A qué te dedicas? ¿qué has venido a hacer aquí? ¿de qué va a ir ese artículo que estás escribiendo? Es una cuestión que exige razones, motivos, argumentos.

Escribo esto después de ver el Osasuna-Celta. El gallego ha vuelto a ser ese equipo anónimo, de marca blanca, intrascendente, como ese invitado fantasma que hay en todas las fiestas, que nadie sabe cuándo llega ni cuándo se va, y del que nadie podría contar anécdota alguna. Creo que Aspas debe de haber formulado esa pregunta decenas de veces durante los últimos años. El delantero de Moaña, eléctrico y agitado durante los 90 minutos, intenta ejecutar todas las funciones posibles: marcar, dar el último pase, generar espacios, atraer a los defensores rivales y, si le dejan, dibujar en la pizarra el sistema que utilizará el equipo. También pretende estar en todos sitios: en el área, en los costados, entre líneas, en el centro del campo… Su esfuerzo es enternecedor, pero el arte de la bilocación no es posible, ni siquiera para él.

“La distancia que separa a Iago del resto de la plantilla es sideral, casi intolerable”

La distancia que separa a Iago del resto de la plantilla es sideral, casi intolerable, y eso acrecienta su frustración. Por ello, preso de una desesperación e impotencia terribles, abronca a sus compañeros o grita al banquillo buscando algún tipo de respuesta en su entrenador. No parece lo más adecuado sustraer la poca autoestima que aún albergan los futbolistas, pero las amarguras de estos dos años han convertido a Aspas en un líder escéptico e iracundo.

Tras el fracaso del Celta de sangre celeste, con todos esos hijos pródigos volviendo a casa, Óscar García ha decidido cambiar el engañoso fulgor de un diamante en bruto por la seguridad de un edificio sobrio y feo, pero resistente. Lo cierto es que el equipo transita en zona de nadie, demasiado frágil para compararse con esos conjuntos de disciplina marcial y piernas de acero, y sin el talento necesario para unirse al grupo de los dominadores.

El técnico catalán introdujo un mensaje elocuente en la alineación del partido ante el Barça: colocar a Fontán y Gabri Veiga para sujetar a Messi y compañía solo se podía interpretar como una llamada de auxilio para que el club se lanzase al mercado. El mensaje fue recibido, pero a la inversa: Felipe Miñambres cerró la puerta casi de manera definitiva a nuevos fichajes y ensalzó el potencial de la actual plantilla destacando, precisamente, a los dos canteranos. No sé lo que pasará en las últimas horas de mercado, pero después de dos temporadas de pasear por el precipicio siempre al borde de la caída, pecar de tacañería parece algo más temerario que prudente.

Me imagino, pues, a Iago Aspas recorriendo las entrañas de Balaídos buscando al presidente, al director deportivo, al entrenador, a sus compañeros, a todos, para hacerles la misma pregunta: E Logo? Y seguro que ellos se encogerían de hombros, mirarían hacia abajo y le contarían lo que van a hacer esa tarde: ir de compras, leer un rato o ver la última serie de moda en Netflix.