Aficionado. Dícese de alguien o algo “que tiene afición o gusto por alguna actividad o por un espectáculo al que asiste con frecuencia”. O bien “que cultiva o practica, sin ser profesional, un arte, oficio, ciencia, deporte, etcétera”. Esto es lo que nos dice la Real Academia Española (RAE) sobre el concepto aficionado. Y ahora os propongo a todos un ejercicio. El próximo fin de semana mirad un partido de Segunda B, pasad un día por las oficinas de un equipo de Tercera División o mirad el presupuesto de gasto de un club de la Primera Iberdrola o la Lnfs. ¿De verdad veis sobre el césped o en los despachos a alguien que sólo hace algo frecuentemente o que no son profesionales?
La definición de competiciones profesionales en la Ley del Deporte para diferenciar a LaLiga y la ACB del resto de torneos ha acabado haciendo daño a la visión general que existe sobre el resto de los torneos que se disputan en España. Y, aprovechando que se viene una reforma, no estaría de más que se dignifiquen estas categorías, en las que muchos profesionales de la industria del deporte hacen carrera y muchos atletas han logrado que de ahí salga su nómina a final de mes.
Estas categorías se tienen que dignificar
Se habla del concepto “profesionalizadas”, y me parece bien, en tanto que quizás sí eran categorías amateurshace dos décadas, pero con el paso de los años y el crecimiento de la industria del deporte han ido elevando las exigencias de quienes están al frente del día a día. En la mayoría de casos hablamos de entidades con cerca de un millón de euros de presupuesto, algo que las aproxima a una pyme, y creo que nadie considera que estos empresarios de otros sectores están ahí por divertimento.
Tan solo con una concienciación colectiva mayor sobre la importancia del trabajo en estas organizaciones se hará atractiva la captación de talento y una mayor profesionalización en la gestión. Evidentemente no hablo de imaginarnos que un equipo de la categoría de bronce deba tener un ejército en las oficinas, pero sí de fomentar una imagen de divisiones ambiciosas que incite a los jóvenes con talento a hacer carrera ahí. En mundos donde la televisión es una quimera, sólo gente creativa puede hacer crecer los ingresos de siempre: patrocinio y taquilla.


Ese cambio de chip que propongo es necesario, porque sólo así podremos pasar de clubes en los que la planificación de la temporada se haga pensando en “cuántos ingresos nuevos voy a ser capaz de generar” en lugar de “cuánto puedo gastar este año sin arriesgarme a unos números rojos”.
Pongamos todos los matices que queramos a esta idea de máximos sobre lo que debería ambicionar el mal llamado fútbol aficionado, pero no le pongamos ninguno a una cosa clara: no hay mayor plataforma de comunicación y de comunión en pueblos y ciudades que los equipos deportivos que llevan su nombre cada fin de semana por toda la geografía.