Aficionados del RC Deportivo de la Coruña aplauden en el Estadio de Riazor. Foto: RC Deportivo de la Coruña.

Un mal menor

Opinión

Aficionados del RC Deportivo de la Coruña aplauden en el Estadio de Riazor. Foto: RC Deportivo de la Coruña.

Opinión

El Dépor está a punto de dar carpetazo a una temporada horrorosa. La contundente victoria sobre el Langreo sólo sirvió para maquillar un desastre deportivo que pudo acabar en hecatombe. El 5-0 significó sellar la permanencia en la PRIMERA RFEF (Segunda B Pro). Un mal menor.

El esfuerzo económico, la elevada inversión, la apuesta por una plantilla plagada de estrellas que se iban a pasear por la categoría acabó con ese presunto elenco de figuras pisando cada escenario que visitaban como si se tratase de unos astronautas en misión espacial, con el respeto y el temor a lo desconocido.

Si hay una frase que defina a la perfección lo vivido esta temporada en Coruña, esa es la pronunciada por el capitán blanquiazul, Álex Bergantiños: “Si nos clasificamos para la 1ª FEF, al menos servirá para minimizar daños”. Ni más, ni menos.

Y es que la Segunda B devoró al Dépor. Fernando Vázquez y su inadaptación a la llamada categoría de bronce sólo fue la punta del iceberg. El Consejo de Administración de Fernando Vidal saltó por los aires cuando Juan Carlos Escotet, dueño del club, entró en combustión y giró la llave del maletín nuclear mientras que los jugadores se encogían de hombros asumiendo la pesadilla con resignación e incapaces de dar respuestas a lo que consideraban un expediente X. Y, entretanto, cómo no, ese incondicional sufridor deportivista respiraba jornada tras jornada en una bolsa de papel intentando evitar la hiperventilación.

Rubén de la Barrera entrenador Depor
Rubén de la Barrera, entrenador del Dépor, dirige a los suyos en el Estadio de Riazor. Foto: RC Deportivo de la Coruña.

Toca resetear. Hay que formatear el disco duro. Partir de cero y encomendarse a Rubén de la Barrera. El joven técnico coruñés conquistó a directivos y seguidores con un talante formal, un método en el que cree a ciegas y una implicación absoluta. Es un friki del fútbol, un estudioso y apasionado de este deporte que mamó desde niño. Está en su casa y sueña con ser profeta en su tierra. Es “el elegido” y su misión será devolver a partir de “YA” al equipo blanquiazul a su sitio, el fútbol profesional.

Sabe que todos los clubs han tenido que adaptarse a esta nueva era “en tiempos de COVID”, con restricciones y ajustes absolutamente imprescindibles. Pero es consciente también de que el músculo financiero de la propiedad permite decir eso de “las penas con pan, son menos”. ABANCA sólo podrá recuperar su inversión si devuelve el equipo a la élite, y pondrá en ello todo su empeño. El desajuste de esta temporada obligará a la contención, pero con ese objetivo entre ceja y ceja. Y así lo manifestó recientemente en un coloquio organizado por el colegio de periodistas de Galicia el actual presidente, Antonio Couceiro: “Mientras no se esté en Primera, el objetivo siempre será ascender”.

Queda una jornada para decir adiós a este annus horribilis. El Dépor viajará CAMINO SORIA silbando la canción de Gabinete Caligari. Sin miedo, sin angustia y sin presión, pero con la obligación de liquidar con dignidad una triste temporada que selló con esa permanencia que no deja de ser un mal menor.