Asisto indignado -pero no sorprendido- a todo lo que está ocurriendo en nuestra España futbolera desde que Luis Enrique diera la lista de convocados para la Euro. Vaya por delante que yo habría incluido a Ramos en la lista si Ramos se hubiera visto en condiciones de sumar. Es el mejor central español y, sin estar físicamente al 100%, podría haber sido muy importante en algún momento de la competición. No obstante, honra al capitán español su comunicado asumiendo en primera persona su ausencia en la gran cita de selecciones.
Y digo esto en primer lugar porque yo no tengo colores cuando juega la selección. Siempre he dicho que mi primera camiseta es la rojigualda y no me escondo. Luego tengo mi corazón y mi camiseta de club, como todo el mundo pero cuando juega España se para mi universo. Y me da igual si van ocho jugadores del Real Madrid -en esa tesitura me crie cuando era pequeño- y seis del Barcelona. Yo, cuando mi padre me regaló la pasión por el fútbol, la selección española -sin la ley Bosman- se nutría de los jugadores de Madrid y Barcelona; porque allí estaban los mejores futbolistas españoles. Y en cierto modo era lógico. La convocatoria la completaban uno del Betis por aquí, un par del Valencia por allá, los del Athletic o Atlético… y poco más. Pero yo jamás -ni entonces ni ahora- me he permitido un solo pensamiento que cuestionara si iban más o menos jugadores de un equipo y, mucho menos, si iban más o menos jugadores del Real Madrid. Pero, por desgracia, la mentalidad general se está empequeñeciendo a pasos agigantados también para esto.
No tengo colores cuando juega la selección… la mentalidad general se está empequeñeciendo a pasos agigantados
Llevo mucho tiempo reivindicando desde este maravilloso rincón de GOLSMEDIA que, cada vez más, España se está acostumbrando a que lo que no pasa en Madrid no existe. Que todo lo que no salga de la capital de España no es importante y que a todos los que no estamos en Madrid nos tiene que interesar lo que allí ocurre. Y, miren, nos suele importar un rábano por mucho que nos lo metan por los ojos.
El último ejemplo, sin ir más lejos, lo hemos tenido en la elecciones autonómicas a la Comunidad de Madrid. Hemos visto -con cierto rubor- que las elecciones a una Comunidad Autónoma (de las 17 que tenemos en nuestro país) colapsaban los infamativos desde la apertura hasta el tiempo. Hemos visto un debate de política autonómica… ¡en TVE y no en Telemadrid!. Cuando lleguen el resto de elecciones autonómicas me contaran cuantos debates vemos en toda España a través de la televisión pública.; entre cero y ninguno.
España se está acostumbrando a que lo que no pasa en Madrid no existe… y nos suele importar un rábano por mucho que nos lo meten por los ojos
Pero volvamos al fútbol. Luis Enrique ha hecho lo que en su día hizo Javier Clemente o, más cerca en el tiempo, Luis Aragonés. Lo que viene siendo hacer lo que le da la gana -que para eso le pagan- sin pensar en las consecuencias externas de sus decisiones. Clemente se enfrentó a medio país mediático por defender lo que él creía, Aragonés sacó al ‘Dios blanco Raúl Gonzalez’ para campeonar con Villa y Luis Enrique acaba de hacer lo mismo a su manera. A Clemente le bombardearon hasta el infinito y más allá, Aragonés se enfrentó a ‘la batalla de los 100 años’ y ahora le toca a Lucho abrir el escudo anti misiles. ¿Su delito? No haber llevado a la Eurocopa, a Ramos primero, y a ningún jugador del Madrid después.
El lunes fue un día de locura en la capital de España. Desde todos los rincones de la prensa de la provincia de Madrid (históricamente llamada prensa nacional aunque ahora solo alcance a ser autonómica) leí y escuché criticas virulentas a la decisión del seleccionador por no llevar madridistas en la lista. Como si de una obligación se tratara. Menosprecios y descalificativos poblaron el universo mediático. El argumentario contra Luis Enrique se basaba -además de que es un irresponsable y un inepto- que es ‘antimadridista’ y eso explica su elección final. Una cosa de locos más propia de una comedia de Berlanga que del mundo real. Pero es que el mundo real, en España, vive hace tiempo asomado a un balcón al grito de Pepe Isbert.
El argumento contra Luis Enrique se basaba en que es un irresponsable e inepto pero sobre todo ‘antimadridista’
Y, yo, desde fuera de la capital de la provincia madrileña, me sonrojaba viendo semejante espectáculo como si fuera el Madrid el que jugara la Eurocopa. Como si fuera un delito no llevar a ningún blanco. Como si tratar al Madrid como al resto de clubes -la mayoría no aportan jugadores a la Eurocopa- fuera una herejía. Pero, claro, que Sevilla no tenga ningún convocado no es noticia. Que no vayan del Madrid jugando ocho extranjeros en el once de Zidane sí.
Y, para colmo, la respuesta de algunos al ‘antimadridismo’ de Luis Enrique en la prensa madrileño-nacional-provinciana es borrarse de la selección porque España no les representa sin jugadores del Real Madrid. A mí me da vergüenza. Esos serán los que se suban al carro del éxito si llega y pondrán mientras tanto palos en las ruedas para que el carro se estrelle antes. Ya lo vivimos con Clemente y Aragonés. Nada nuevo bajo el merengue sol. Como si lo estuviera viendo; irán con Inglaterra, Bélgica, Holanda, Francia… allá donde haya jugadores del Madrid. Pues que lo hagan; con España no les necesitamos. Qué pena observar con sonrojo la deriva hacia la que nos dirigimos sin frenos; el provincianismo madridista se ha convertido en nuestro día a día para casi todos los asuntos de interés en nuestro país. No es un problema solo del fútbol -política, pandemia, elecciones…- aunque sea el fútbol el motivo por el que nos juntamos aquí.
el provincianismo madridista se ha convertido en nuestro día a día para casi todos los asuntos de interés en nuestro país
Y que nadie confunda este triste panorama con el sano debate del seleccionador que cada español llevamos dentro; que si Nacho debería ir, que dónde está Navas y qué injusticia con Iago Aspas. Debates en los que todos tendríamos algo de razón porque estamos hablando de grandes jugadores dignos de la selección. Pero resulta que la lista la hace un señor que tiene una manera de jugar, una manera de gestionar el grupo y un objetivo que comparte con nosotros; intentar ganar la Eurocopa. Y, bajo ese prisma común, yo no miro camisetas, no miro colores ni cuantos van de cada sitio. Yo veo a mi equipo, a mi país y a mi selección que se pondrá mi camiseta rojigualda para intentar ganar. Y allí estaré para animarles. A Luis Enrique el primero; porque es nuestro seleccionador y porque ha sido valiente. Muy valiente. El tiempo dirá si acertó deportivamente pero, de momento, ha ganado la batalla más importante; la de la honestidad consigo mismo.