El Ribarroja recibía en el Roberto Gil al CDA San Marcelino, una de las sorpresas del arranque liguero. Los de la capital, situados en la zona noble de la tabla, llegaban al feudo del Ribarroja con la intención de sumar tres puntos y escalar más posiciones, mientras que el cuadro de Alejandro San Isidro ansía encontrar el segundo triunfo de una complicada campaña.

El encuentro tuvo alternancias constantes en la posesión, reflejando el respeto mutuo que se guardaban entre sí. Por parte del Ribarroja, se trata de un equipo con grandes nombres que ya han demostrado de qué son capaces, mientras que el San Marcelino ha formado un bloque interesante que se encuentra igualado a puntos con el Utiel, que cierra la zona de promoción de ascenso. En la primera mitad tuvo más acercamientos el Ribarroja gracias al dominio del centro del campo ejercido por los pupilos de Alejandro San Isidro, aunque sin llegar a crear gran peligro.

Destaca la reaparición de Nacho Lozano, que tras ser sancionado con cuatro partidos por una presunta agresión, el Comité de Apelación le retiró la sanción y ha podido partir como titular esta mañana. Aun así, el ariete del Ribarroja no gozó de grandes oportunidades para resarcirse de la situación.

En la segunda parte, el Ribarroja encerró en mayor medida al San Marcelino, que tenía en el contraataque su arma fundamental para tratar de abrir la lata en el encuentro. Los minutos jugaban en contra de un Ribarroja que lo intentaba por todas las formas posibles, como demuestran los cambios ofensivos de su técnico. La expulsión de Darío (San Marcelino) en el minuto 88 por doble tarjeta amarilla -en seis minutos- añadió mucha tensión a un partido que, pese a ser vibrante en los últimos minutos, terminó como empezó: empate a cero y con ambos equipos donde, en un inicio, no creían estar.