El pasado sábado Rubén Baraja dejó en el banquillo por primera vez en la temporada al brasileño Samuel Lino. La ausencia del extremo fue llamativa porque el futbolista cedido por el Atlético de Madrid había sido indiscutible desde el inicio de temporada y el único jugador del Valencia CF que junto a Mamardashvili había estsdo en el once inicial en las 24 jornadas disputadas, hasta antes del partido ante Osasuna.
Baraja decidió dejar a Lino en el banco tras la derrota en Barcelona, donde Lino volvió a no estar nada acertado de cara a la portería rival y perdonó varias ocasiones muy claras ante Ter Stegen que impidieron a los valencianistas puntuar ante los azulgrana. Justin Kluivert ocupó su lugar en el once y el holandés estuvo acertado, siendo el que marcó el tanto de la victoria, eso sí a pasa de Lino que fue el hombre que el técnico valencianista utilizó para cambiar cosas en la segunda parte.
Lino llegó cedido al club de Mestalla a principios de agosto del pasado año y lo hizo de manera sorprendente porque la operación que el club tenía avanzada con el Atlético, era la cesión del joven Riquelme, que finalmente se truncó porque se eligió al brasileño, al tener un perfil más de banda que el hoy jugador del Girona. Ya en ese momento de la negociación, el Valencia CF intentó conseguir que la cesión fuera de dos años y que el Atlético viera esa apuesta como la perfecta para que Lino ganara experiencia en España y creciera en la Liga, asegurándose el Valencia CF un jugador varios años. Sin embargo, el Atlético se negó y también a poner una opción de compra del jugador.
El inicio de temporada fue muy bueno y Lino sorprendió por su nivel. Sus primeras jornadas fueron de sorpresa para los rivales porque se trataba de un jugador diferencial en el desborde, pero ya empezó a enseñar su principal punto débil, la definición. Ese ha sido, y es, el gran punto a pulir del futbolista brasileño. Lino tiene velocidad, desborde y buen físico, pero no define. De hecho, eso ha sido lo que le ha llevado al banquillo para intentar limpiar su cabeza de los errores continuados cara portería que estaba cometiendo.
El Valencia CF hacia finales del año pasado, hizo una consulta oficial con el Atlético de Madrid y le hizo saber su interés en el jugador. El interés en saber qué movimientos haría el cuadro madrileño con el jugador en el futuro para posicionarse en cualquiera de los escenarios. Es decir, el Valencia CF le hizo saber al Atlético que estaba interesado en el jugador. Sin embargo, los rojiblancos se mostraron inflexibles. En aquel momento, no había precio sobre el jugador ni tampoco decisión sobre la próxima temporada, como era lógico.
El VCF le hizo saber al Atlético a finales de 2022 su interés en el jugador pero ahora su opción sería quedárselo cedido otro año si al Atlético no le cabe en plantilla
Ahora, que se acerca el final de la temporada y los clubes empiezan a dirigir sus decisiones sobre jugadores cedidos, el Valencia CF tiene muchos problemas para poder ser firme en sus decisiones. En primer lugar, nop puede garantizar a día de hoy que la próxima temporada vaya a jugar en primera división, porque le espera un camino complejo hasta asegurar la salvación. Por tanto, contando con que Baraja consiga salvar al equipo se entraría en un escenario por definir a nivel deportivo.
En ese escenario, el Valencia CF debería esperar la decisión del Atlético con el jugador, pero no parece que su temporada vaya a abrirle de par en par las puertas de una plantilla Champions, y donde habrá cambios, y tiene difícil tener hueco en este Atlético pese a que parece que saldrá Carrasco. Sea como fuere, eso todavía queda lejos y lo que es evidente es que si es Atlético decide sacar al jugador será porque tiene ofertas irrechazables y no parece que se vaya a dar el escenario o porque quiere que siga creciendo en forma de cesión.
Ahí, es donde el Valencia CF ya hace tiempo que trasladó su interés firme en quedarse al jugador a préstamo una segunda temporada. Mañana, el futbolista podrá jugar en el Metropolitano con la camiseta del club de Mestalla, porque el Atlético no incluyó la cláusula del miedo en la operación de cesión.
