Llegó el día que nadie quería que llegase en el CDA Navalcarnero. Tras dos temporadas absolutamente históricas donde el club se ha quedado a las puertas de ascender a Primera Federación, Pablo Álvarez se ha despedido de la entidad. El principal artífice de estas hazañas ha decidido emprender nuevos retos profesionales tras dejar una huella imborrable en el club madrileño.
Con uno de los presupuestos más bajos de la categoría ha conseguido clasificar dos veces al playoff de ascenso
Si el fútbol fuese justo la propuesta del Navalcarnero ya estaría en Primera Federación. No porque lo haya merecido más que el Tarazona u otros equipos, ni muchísimo menos, pero sí porque la historia del conjunto lo merecía. Con uno de los presupuestos más bajos de la categoría ha conseguido clasificar dos veces al playoff de ascenso y cada fin de semana ha hecho vibrar al Mariano González.
La afición del Navalcarnero jamás olvidará estas dos compañas, donde por un momento se han sentido gigantes. Ni las limitaciones económicas ni las bajas han frenado a un equipo que siempre encontró en su entrenador a un auténtico líder. A pesar de su edad, Pablo Álvarez era una referencia para sus futbolistas, un faro cuando parecía que todo podía echarse a perder, en definitiva, un entrenador en mayúsculas.
Pero ahora hay un cambio de ciclo en el club de la capital. La secretaría técnica ha de acertar y de qué manera con el cambio de entrenador, pues no se está yendo uno cualquiera. La lógica dice que mantener los números de estos dos últimos años es muy complicado, pero en el Mariano González ya confían en la mística, pues han estado dos años dirigidos por un auténtico mago.
Todo apunta a que la magia volará cerquita, a unos 60 kilómetros. Ahí le esperan con los brazos abiertos los aficionados del Sanse, que si ya eran candidatos a ascender por ser recién descendidos de Primera RFEF, ahora son uno de los proyectazos de la categoría. El tiempo dará y quitará razones, como suele suceder, pero es innegable que haya donde va Pablo Álvarez hay resultados.
