El Alcoyano resucitó en el tramo final de partido tras encajar un gol a las primeras de cambio. Remontada y tres puntos que reviven a los de Barrera en un partido marcado por la lluvia y por un gol postrero vital y salvador.

Cuando vienes de sumar 1 de 18 y necesitas ganar para seguir vivo no puede haber nada peor que encajar un tanto antes de los diez minutos. Así se le puso el partido a los alcoyanistas cuando Juanto daba como destino a un balón rechazado las redes de Bañuz. Un mazazo en toda regla y un acicate para los ilerdenses que también venían de una nefasta racha, 2 puntos de 12 posibles.

A falta de fútbol y con las condiciones metereológicas reinantes la mejor baza que podían jugar los locales era el juego directo al área rival. Pero la defensa rival controlaba sin demasiadas dificultades las intentonas locales. A balón parado llegó la mejor opción, Lino remató un corner y el balón lo escupió el larguero sin que Barrera pudiera aprovechar el rebote.

En la segunda parte siguió el equipo local empujando pero el premio del gol no llegaba, hasta que a veinte minutos del final Óscar Díaz se hizo un espacio en la frontal y se sacó un disparo colocado para dar aire y esperanzas a los blanquiazules.

El que buscó el gol hasta el final fue el conjunto de Barrera. Insistió con ganas y empujado por los suyos y no desfalleció. Y el premio llegó a poco de cumplirse el minuto 90. Rubio, que ya había tenido otra muy buena ocasión cinco minutos antes, envió a la red en el segundo palo en una acción embarullada que reflejó la fe de los locales en encontrar el gol.

El triunfo no sirve para sacar a los alcoyanistas de la zona caliente pero es todo un soplo de aire y de confianza para afrontar la fase final del campeonato y para lo que va a ser un duelo de la máxima rivalidad absolutamente trascendente para los dos contendientes, un apasionante Hércules-Alcoyano, en la venidera jornada.