Ser padre es una responsabilidad muy grande, debe ser educador y además un ejemplo. Los hijos muchas de las cosas que aprenderán a lo largo de su vida serán por aprendizaje vicario, es decir, por observación, y los padres deben ser un espejo en el que los hijos se verán reflejados.
Lo cierto es que para muchos padres ver a sus hijos entrenar o jugar un partido es una sensación emocionante, les llena de orgullo, y muchas veces es difícil controlar esa excitación y ese estado se transmite a los hijos que se ponen nerviosos ante tales comportamientos.
Por eso, la mejor actitud posible para los padres es la de intentar ser “padres invisibles”, pasar totalmente inadvertidos y limitarse a conversar con los otros padres de manera amistosa e intranscendente y animar al equipo, sin centrarse solo en su hijo ya que en un equipo todos los miembros del mismo son igual de importantes.
Por todo esto, las pautas de comportamiento de los padres, van a ser de gran influencia en su desarrollo como persona y en el ámbito deportivo.
Es importante educarlos en:
– Habilidades sociales y de comunicación.
– Expectativas que tengan los padres de sus hijos.
– Atribuciones de éxitos y fracasos.
– Actitudes. Las actitudes que tengan los padres hacia la propia actividad física.
Como hemos dicho, los padres son piezas clave de influencia en los niños y hacer que ellos se impliquen y sean capaces de hacer mejorar a sus hijos y que consigan un buen “autoconcepto” y confianza de ellos mismos hará que el deporte sea trabajado más plenamente.
Para eso existen una serie de pautas para fomentar la buena práctica deportiva:
– Escuchar a los hijos con interés cuando cuenten algo acerca de la práctica deportiva o preguntar al hijo para favorecer la reflexión, para que saque conclusiones y tome decisiones.
– Aprobar e incentivar SU ESFUERZO E INTERÉS, mostrando optimismo.
– Confiar el hijo al entrenador: no presionar al niño a que logre algo que está más allá de su capacidad, ya que los niños practican deporte por diversión y beneficio. Los padres deben reconocer la importancia y el valor del entrenador ya que dedica su tiempo y esfuerzo en el entrenamiento del niño.
– Aceptar las propias limitaciones y enseñar que el esfuerzo y la dedicación como equipo son más importantes que la victoria
– Aceptar triunfos y frustraciones.
– Mostrar autocontrol a su hijo. Los padres deben controlarse y no menospreciar ni actuar negativamente ante el árbitro, entrenador o rivales para no dar mal ejemplo a sus hijos.