Corren malos tiempos para el Málaga CF. Empezaron la década soñando con unas semifinales de Champions League y la terminaron rozando el descenso a Segunda División B y viviendo una tormenta institucional que ha arrasado con la ilusión de la afición malaguista. Ahora, los boquerones se aferran a la juventud y al talento malaguista de cuna para renacer de sus cenizas, y su máximo exponente es David Larrubia, punta de lanza del fútbol base Andalucía.
Hace cuatro días, el joven futbolista de apenas 18 años firmó su renovación hasta verano de 2023 con el Málaga CF, devolviendo la confianza depositada en Larrubia desde que llagara a La Academia en edad alevín en el año 2012, procedente del Roma Luz CF. Desde fútbol 8 a fútbol 11, de alevines a infantiles, cadetes, juveniles y Atlético Malagueño hasta debutar con el primer equipo en el encuentro de LaLiga SmartBank frente al CD Tenerife. Todo ello, en ocho años.
david larrubia, el espejo donde se miran los futuros futbolistas malagueños
En momentos de dificultad, la cantera se convierte (o se debería convertir) en la base del proyecto en cada equipo. Nadie entenderá mejor la filosofía de la entidad y la importancia que tiene el club para la sociedad que un canterano criado desde pequeño en las categorías de formación. El talento, mejor cosecharlo que comprarlo. Y el Málaga CF no va a errar en el caso de David Larrubia.
Se trata de un mediapunta zurdo muy habilidoso, cuyo talento natural y visión del juego han lucido en las distintas categorías por las que ha militado, incluido en Segunda División B, donde jugó con el Atlético Malagueño la temporada pasada. Ahora, en el fútbol profesional, su entendible falta de físico le provoca tener que huir del contacto y sacar su magia desde la rapidez y visión de juego.
Un estandarte para el malaguismo, que ve en Larrubia una de las mayores ilusiones de cara a un futuro que pintaba poco esperanzador. Con una pared coloreada con el escudo del Málaga CF y varias bufandas del equipo de su vida adornando su habitación, el joven jugador malagueño sabe que, como en casa, en ningún sitio. La Rosaleda podrá ponerse a sus pies.