No hay nada más bonito para un hijo que el amor de su madre. Normalmente, cuando los futbolistas cumplen algunos de sus múltiples sueños y se les pregunta sobre lo primero que les ha venido a la cabeza nombran a su familia. Generalmente es la madre quien ha tenido este papel cuidador y protector del niño en sus inicios, pues su instinto y sensibilidad le hacen ser muy especial.
una vez se es consciente de todo esto solo se tiene un objetivo: que sea feliz
Conforme el niño va creciendo se da cuenta de la importancia de su madre en su vida, de todos los momentos en los que le ha ayudado y de las veces que ha dado la cara por él, y una vez se es consciente de todo esto solo se tiene un objetivo: que sea feliz. En el caso de las familias pobres este sentimiento se triplica, y si no me creen no hay más que escuchar a Samu Omorodion en este vídeo de Movistar.
El actual delantero del Atlético de Madrid cedido en el Deportivo Alavés vivía en condiciones infrahumanas en Nigeria, por este motivo, su familia decidió emigrar a España en busca de una vida digna. Su madre trabajaba de lo que hiciese falta: de costurera, limpiando casas… y aun así no sabía a ciencia cierta si iban a tener para comer todos los días del mes.
No había dinero hasta el punto de que no siempre se podía recargar el bonobús, así que Samu, siendo un crío, tenía que volver andando por la noche de entrenar a casa. Su madre le esperaba en la puerta, deseando que llegase un día más sano y salvo. El proceso fue muy duro, pero cuando el Atleti cerró la incorporación de Samu, el delantero lo primero que hizo fue llamar a su madre: «Mamá, ya no vas a trabajar más».
El chico se lo va a devolver todo a su madre, y con creces. En el Ramón Sánchez Pizjuán fue la primera vez que le pudo ver en directo en un partido de Primera División y la mamá le gritaba la misma frase: «¡Samu, sigue luchando!». Eso es lo que resuena en la cabeza del delantero y lo que le ha enseñado su madre, una luchadora nata que ahora disfruta de una vida tranquila. Sin duda, más que merecido.
