Cuando a Kike Mateu le diagnosticaron como infectado a finales de febrero, sabíamos muy poco sobre un virus que ha acabado trastornando las vidas de todo el planeta. De la noche a la mañana, este periodista deportivo valenciano de 44 años se convirtió en el contagiado más mediático de España, relatando la experiencia ‘desde dentro’ en las radios y teles de todo el país. Pero nunca había contado el “volcán emocional” que vivió internamente. Y lo ha hecho en ‘Paciente cero’, el primer libro de un comunicador excelente -doblemente afectado por la pandemia- que ahora tiene que detener estos ‘once penaltis’ sin guantes… pero con mascarilla.
Pregunta: Dice que ha sido la experiencia más importante de su vida, pero no me queda claro cuál. ¿Escribir un libro o contagiarse de la Covid-19?
Respuesta: Escribir un libro es una experiencia maravillosa que nunca pensé que haría, en primer lugar, porque no me veía capaz de hacerlo con el nivel necesario para obtener un producto de nivel. Yo no hago nada si no creo que será bueno. Y creo que, con ‘Paciente Cero’, he conseguido superar mis propios prejuicios.
Pero mi infección es una experiencia vital irrepetible. Nunca he vivido algo parecido y dudo que puede repetirse algo ni siquiera similar. Un aislamiento absoluto con una enfermedad desconocida y la dureza psicológica de lo que pasaba a mi alrededor, fuera de mi encierro, es la experiencia más importante de mi vida.
«‘Paciente cero’ no es otra cosa que un hecho real de un infectado real»
P: A los que ya estamos ‘infoxicados’ tras meses de excesos informativos, ¿por qué nos recomienda leer su libro?
R: Por lo mismo que decidí ofrecer mi testimonio de forma pública y mediática cuando estuve infectado y hospitalizado. En ese momento la gente agradecía información directa de un contagiado cuando ningún afectado había hablado, y me di cuenta que la realidad desde dentro es muy importante para la gente. ‘Paciente cero’ no es otra cosa que un hecho real de un infectado real. Con sus vivencias, sus miedos, incertidumbres…con amor, dolor, con vida y con muerte. Como la vida de cualquiera de nosotros pero en una situación límite. Y, además, aspiro que recuerde al lector que el virus sigue siendo igual de peligroso que antes -con mi ejemplo directo- ahora que parece que nos estamos relajando ante él.
P: Supongo que entre otras cosas, contará cómo se enteró de que era el paciente cero. ¿Quién le dio la noticia y cuál fue su reacción inmediata?
R: En el libro se relata con detalle. Fue de madrugada en el hospital y me dio la noticia la neumólogo de guardia en una conversación inolvidable plagada de tensión y sentimiento.

P: Siendo un tipo pasional y en ocasiones excesivo, usted sin embargo transmitió calma y serenidad desde el primer momento. ¿Por dentro lo vivía igual, o actuaba cara a la galería?
R: En público mostraba la verdad de mis síntomas. Me parecía vital tranquilizar a la gente en lo que más miedo provocaba: ¿Y si me infecto, qué me va a pasar? Esa era la pregunta a la que había que contestar. Y, transmitir calma era muy importante para mí. Mi sintomatología representaba a la mayoría de los futuros infectados; tolerable y no letal. Y eso había que proyectar.
Otra cosa era mi estado mental y la dureza psicológica. Sobre ella no hablé nunca porque no ejemplificada nada. Cada persona vive sus problemas internos a su manera y contarlo no serviría para ayudar a nadie porque solo era aplicable a mi. En ‘Paciente cero’ sí se relata la experiencia interna con el volcán de emociones y hechos personales que rodearon aquella experiencia. ¿Cómo afecta algo así al entorno más cercano? ¿Y a los contagiados colaterales? ¿Como es el sentimiento de culpa? ¿Cómo es vivir rodeado de muerte cuando tú si sobrevives? Esa es la gran intrahistoria.
P: Ha contado su caso en primera persona en muchos medios de comunicación. ¿Hemos tratado correctamente los periodistas -deportivos y generalistas- la información de esta pandemia? ¿Hemos cumplido nuestra misión de servicio público, o ha primado la línea editorial de nuestro medio para enfocar la realidad en un sentido u otro?
R: No sé bien qué contestar. Lo que si tengo claro es que mi experiencia directa no se correspondía con lo que escuchaba y veía. Mucha gente hablaba del virus pero nadie desde la perspectiva realmente importante; desde dentro. Por eso, en ese momento fue tan mediático mi testimonio.
Desde el punto de vista de líneas editoriales, para mi bastante sencillo separar lo informativo de lo interesado. Lo politizado de lo sincero. Para mi el periodismo, en general, tenemos mucho que reflexionar. La información no tiene colores ni marcas. Y el público está empezando a no encontrar fácilmente la palabra ‘imparcialidad’. Y eso debe ser inalienable al periodista cuando informa.
«Ya en casa, llegó el despido. Un golpe muy duro para mí que seguirá doliendo mientras no vuelva a trabajar»
P: Ha padecido la doble consecuencia del virus. La enfermedad y el despido laboral. ¿Cuál le duele más?
R: Las dos. Cada una en su momento. Cuando enfermé el virus, sin duda. Era y es una incógnita en cada organismo. A algunos no les causa síntoma alguno y a otros los puede matar. Pero, a medida que fui recuperándome, empecé a pensar en el futuro económico del país y el mío propio. Y, ya en casa, llegó el despido. Un golpe muy duro para mí que seguirá doliendo mientras no vuelva a trabajar. Porque, a mi, mi trabajo me apasiona y es mi gasolina para caminar.
P: En el maravilloso mundo de twitter alguno le acusa de haber traído el virus a Valencia. Confiese: ¿cuál es su responsabilidad en los más de 12 millones de infectados que hay en todo el planeta?
R: Siento decirlo así; eso es una imbecilidad que retrata a quien lo diga. Yo soy una víctima del Covid, no un provocador del Covid. Es más, numeros en mano, el virus ya estaba en España cuando yo volví de Italia. Lugar, por cierto, en el que había dos casos oficiales el día que yo viaje allí. Repito, dos. Ni doscientos, ni dos mil. Pero, como la idiotez no es controlable, hay que aprender a convivir con ella.

P: Dígame una sóla cosa que haya aprendido de esta experiencia.
R: Las diversas e increíbles reacciones del ser humano a las situaciones límite. Las maravillosas, las extrañas y las más deleznables.
P: ¿El fútbol ha cambiado para siempre? ¿Volveremos a abrazarnos con el desconocido compañero de grada cuando marque nuestro equipo?
R: Claro que no y claro que sí. Me niego a aceptar esa ‘nueva normalidad’ que no sé muy bien que es. Antes, o después, recuperaremos nuestra vida de siempre. También en el fútbol.
«El virus sigue aquí y sigue siendo igual de peligroso»
P: Tras la catarsis emocional de volcar su experiencia en un libro, ¿qué palabras le dedicaría a otras víctimas y familiares que lo pasaron mucho peor?
R: A ellos que no pierdan la sonrisa. Que sufrieron pero lo superaron Y, a todos, que nuestra irresponsabilidad es la mejor arma del virus. Que debemos cumplir las normas. El virus sigue aquí y sigue siendo igual de peligroso. Mata. Hay que decirlo como es. Y, si queremos derechos, tenemos que cumplir con las obligaciones.
P: Siendo teóricamente inmune, ¿se pone ahora la mascarilla cuando sale a dar un paseo?
R: Siempre. El respeto a los demás está por encima de mi inmunidad. La gente, en la calle, no tiene porqué saber si he pasado o no el virus. Por seguridad y respeto hay que llevar mascarilla.